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Memento Mori

  • logiagiordanobruno
  • hace 13 horas
  • 2 Min. de lectura


 

“Son los pequeños actos cotidianos de la gente común los que mantienen a raya la oscuridad. Pequeños actos de bondad y amor” 

J.R.R. Tolkien 

 

En Memoria del Q.·.H.·. Víctor M. B. A., Maestro Secreto. 

 

Desde el instante de su iniciación, a todo masón se le recuerda la inevitabilidad de la muerte. En la Cámara de Reflexiones, meditamos sobre la fragilidad de la vida, cómo puede extinguirse en un instante y, más importante aún, sobre el legado que debemos aspirar a dejar en el mundo. Como reza aquella frase, quizá algo trillada pero no por ello menos cierta: “dejar el mundo un poco mejor de como lo encontramos”. 

 

Q.·.H.·. Víctor, con tu repentina partida, nos has recordado esa mortalidad siempre presente. Las muestras de cariño que recibiste en tus exequias son testimonio de que cumpliste cabalmente con tus compromisos masónicos. Labraste con esmero las imperfecciones de tu Piedra en Bruto, alcanzaste la Piedra Cúbica de Punta y, como Piedra Angular, fuiste útil a la Gran Obra del Gran Arquitecto del Universo: contribuir al Bien Común de la Humanidad. Sin duda, dejaste el mundo un poco mejor de como lo encontraste. 

 

La segunda lección que deseo destacar es la verdadera fraternidad que nos brindaste mientras caminabas entre nosotros. Siempre tuviste un abrazo sincero, palabras de aliento y un compromiso inquebrantable. No dudabas en expresar el afecto que sentías por tus QQ.·.HH.·., y tu entusiasmo por compartir el pan y la sal con ellos nos deja un ejemplo imborrable de cómo construir una fraternidad auténtica, un amor fraternal vivo y eterno. 

 

Por último, la tercera lección que nos dejas es tu profundo amor al trabajo. Dejaste tras de ti una multitud de alumnos, compañeros, amigos y, por supuesto, familiares, quienes atestiguaron de primera mano tu dedicación en el ámbito profano. En los trabajos masónicos, aun cuando enfrentabas obligaciones desafiantes, las asumías con entereza y determinación. Tu amor por tus QQ.·.HH.·. y por la labor emprendida superaba cualquier obstáculo. Y, como muestra de tu inquebrantable espíritu, el día de tu partida aún cumpliste con tus deberes masónicos, evolucionando y superándote hasta el último instante. Una lección ejemplar, sin duda. 

 

Q.·.H.·. Víctor, que estas tres lecciones de impermanencia, fraternidad y trabajo nos inspiren a vivir con propósito hasta nuestro último día. Así, al imitarte, honraremos tu legado y mantendremos viva la llama de tu recuerdo en nuestros corazones, por siempre. 

 

D.·. D.·. D.·. 

 

 

 

 

 

Fraternamente  

IYG M.·. M.·. 

 
 
 

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